
Querida mamá, aun intento reponerme de tu partida, jamás en mi vida pensé que me costaría tanto hacerme a la idea de continuar una vida sin ti. Ha sido tanto el amor que nos has regalado en este tiempo que soy incapaz de mirar hacia adelante en el camino sin tener tu mano a mi lado. Sabes que siempre creí en otra dimensión, esa en que las almas nos observan y acompañan, donde de alguna manera nos van guiando para no errar. No sé como decirte que me niego a encontrarte en esa parte, que levantar la mirada al llegar a casa y que no estés me deja un vacío enorme.
La casa está llena de tus cosas, al principio nadie se animaba a recogerlas hasta que hicimos tripas corazón y las llevamos a otro lugar que nos alejara de ese silencio de ti. Al principio las lágrimas me acompañaban cada día, cualquier rincón me llevaba a ti, poco a poco aprendí a mezclar el llanto con las sonrisas al recordarte, pensé el enfado que te daría verme esta congoja constante sabiendo que siempre nos quisiste fuertes y luchadoras como tu. Fue tal la lección de entereza que nos diste durante toda tu vida que hasta he llegado a sentirme terriblemente mal por echarte tanto de menos y no ser capaz de enfrentarme a ello.
Aprendí a llorar hasta hartarme, a veces tuve que explicarle a tu nieta que las lágrimas son como agua que si la dejas dentro se pudre y te hacen mal, ella decidió guardarte en algún rincón y repartir el amor que tenía por ti con su abuelo, los dos juntos te recuerdan y te reviven cada día.
Despedirnos de ti fue eterno, aquellos días fueron como un sueño que no iban conmigo, ese día quisieron todos acompañarnos a darte el último abrazo y recordarnos todo lo que te querían. Tu siempre decías que los momentos más felices es cuando reunías a toda la familia en la mesa, a veces ni cabíamos, a pesar de la tristeza supe que desde algún lugar nos sonreías feliz de ver a todos los que amabas allí contigo, reunidos aunque fuera para despedirte.
Al final el tiempo va poniendo cada cosa en su sitio, no logro olvidarte pero de alguna manera me voy acostumbrando a ese espacio vacío sin ti, a veces hasta se me olvida que no estás y me sorprendo enviando alguna foto por wasap hasta que me doy cuenta que no va a llegar a ningún lugar.
No te engañaré madre mía al decirte que se me hace un mundo seguir el camino sola, fuiste tal apoyo, tanta la fuerza, tanta el carisma y el amor que desbordaste que al alzar el paso voy tropezando con los recuerdos y se llena el cielo de nubes de incertidumbre y pesar. Te he buscado tantas veces estos días que creo que te he vuelto a inventar en algún sitio, incorpórea pero presenta a mi lado de alguna manera.
Te prometo mamá que voy a poner todo mi empeño en aprender a seguir mi camino sin ti, ya te digo que ahora al menos sonrío al recordar los buenos momentos y al final no hay más remedio que asimilar los cambios. Pienso tenerte viva dentro de mi hasta el último de mis días, seguir aquellos consejos que aliviaban mis penas, cuidar a todos los que querías y luchar por esa unión que a veces zozobra cuando parten los cimientos que daban vida y sobretodo mamá aprenderé a perdonar a ese dios o lo que sea permitió que marchases tan pronto dejandonos huérfanas el alma.